Portal del Ángel, demonio navideño. Trailer de adviento, viernes negro. Camino por el centro de una ciudad llena de piezas con raíles que no ven los laterales de las aceras, encontrando ojos de niños asustados por el pequeño porcentaje de la magnitud de la tragedia que perciben desde su altura. Invasión que llena las huchas y disfraza los hechos de impuesta necesidad. Raíles de vía estrecha, autopistas de peaje con cruces rojas.
Pongan por favor la capa de madrugada de día entre semana y quítenme a todos estos intrusos que comparten datos imprecisos y erróneos de un lugar que conozco. Pongan una cerca de espinos y cascos rotos de botella a la entrada de las calles paralelas que sólo pueda bordearse por un lateral oculto. Déjenme caminar en paz que, seguramente, esta tienda franquiciada y globalizada que buscan está en un sitio más cercano o en su casa o sofá a golpe de click y CVC. Observen una piedra histórica media hora y escriban un texto de dos o tres líneas de lo que les inspira sin usar ninguna aplicación. Creen. Piensen. Quédense solos. Escuchen un idioma que no es el suyo y no juzguen.
Barcelona no tiene centro.
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