sábado, 28 de diciembre de 2019

Oda a la A-8

Publicado en El Diario Montañés el 5 de enero de 2020

Homenaje a una de las carreteras
por las que más he viajado:
la A-8 entre Laredo y Bilbao.

Obra de ingeniería mayúscula
se yergue con curvas y viaductos
entre paisajes atlánticos:
valles, montañas, oleajes,
vientos ciclogenésicos
y lluvias torrenciales.

Ardua era la empresa de viajar
entre Cantabria y Vizcaya
cuando en vez de asfalto todo era montaña;
huían en caravanas los domingueros
con tres o cuatro cassettes de trecho;
viviente y dichoso monumento al atasco
son los paralelos restos de la N-634.

Finales de los ochenta:
voladuras apocalípticas
detonan en la ría del Agüera;
desde Oriñón abuelo y nieta
escuchan dinamita en Cerredo
y no ven Coyote ni Correcaminos,
solo piedras, camiones y ruido.
Quién iba a decir que pirotecnia y chispas
convertiría un monte en túnel y autopista;
o bloques, grúas y cemento en viaducto,
estorbo de la vista, perenne e intruso

Verde y azul,
ALSAs del Cantábrico,
el flúor de Ontón,
la frontera de El Haya
y un puente que calatravea:
a un lado Petronor
-fuego, luces, chimeneas-
al otro la playa de La Arena.

Estoica testigo de tres décadas;
Castro: de un monte y vacas
a un supermercado y ladera recalificada;
Saltacaballo (en singular, sin s ni nada):
radares, carriles, accidentes
y las rayas, si llueve, despintadas;
Ugaldebieta (por fin, un área!):
más radares, más carriles y desvío de peaje;
más allá del Max Center y su pirámide:
ventanas azules en viviendas poligonales,
el BEC y una plaga de centros comerciales

Diecinueve años en Laredo,
dieciséis en Barcelona
pertenecer, debe ser,
volver y ver el cartel
A-8 Bilbao-Santander.

miércoles, 25 de diciembre de 2019

Light

In a two-dimensional land
the blue hour shines
over darkened sand,
over flattened paths;
ahead shall only be light.

martes, 3 de diciembre de 2019

Cadires

Tres cadires xerren,
sense claus,
de ratlles i trastos,
de portes i fusta,
de menjadors;
de l'estigma precís
que desvirtua la tria.