domingo, 2 de mayo de 2021

Buganvilla


A veces pienso en qué diría Mercedes
cuando me subo a un escenario,
cuando itero en los vórtices de las imposibilidades,
cuando me aferro a plantas enraizadas en precipicios.

A veces imagino que me mira 
desde palcos de teatros,
escaleras de gradas de pabellones, 
laterales de salas,
escalones y bancos de calle.
La veo en sillas cómodas de bares
con una copa de vino y un cigarrillo,
en espaldas que caminan con decisión
de plumas rubias decaladas.

A veces pienso qué dirá desde su altar doméstico
cada vez que alguien nuevo cruza la puerta.

A veces me habla con otras voces,
a veces también con la mía.

Y volviendo a casa un día,
una buganvilla de hojas grandes y flores rojo-fucsia
me miró mientras escuchaba un tango
y cuando pregunté cuánto costaba
y me dijeron el precio,
en mi cabeza, en un mundo paralelo,
yo, mirándola a las flores y bridas
de los palos que la sostenían,
le preguntaba “¿cómo te llamas?”
y me respondía: “Mercedes”.