Desde un cansancio superlativo,
desde las piezas que he perdido,
desde los moldes en los que he creído.
Desde un pretérito consumido
en ilusa y absurda agua de cenicero;
como si con una brizna de oxígeno
la ceniza pudiera volver a ser materia,
a ser corpórea,
a ser la aguja del compás
y clavar la mina
y dibujar la espiral
en el centro
del fondo
del todo.
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